domingo, 22 de septiembre de 2019

Evgene

La historia de Evgene Barrios terminó mal.
Dos hombres grises vestidos de modo formal, con ese mal gusto
que tienen los agentes de seguridad, lo arrastraron al pie de aquella playa
y uno de ellos desenfundó su pistola 9 mm y le disparó un certero balazo que
atravesó el cráneo de quien llegó a ser uno de los científicos
más brillantes de su generación, hasta que,
claro, se pasó al “lado oscuro”,
como medio en broma a veces fanfarroneaba en esas orgías
que los agentes se daban en los cabaret que "administraba" el Ejército.

He oído que antes de morir, supuestamente, vemos pasar,
como un flash, toda nuestra vida... Desde nuestros primerísimos
recuerdos hasta ese instante misterioso que marca el paso
de la vida a la muerte.

Final que a Evgene le dieron en aquella playa abandonada
de palmeras melancólicas y arenas en constante cambio,
y en donde ahora Andrea, su viuda, observaba el paisaje apoyada
en la reja que instalaron los militares para evitar que alguien tratara
de escarbar en esa patética historia.

Pero Evgene, a pocos segundos de dejar este mundo,
no recordó nada, solo pudo reconstruir parte de lo que había vivido en esos últimos días
de locura y horror.

Quizá no había querido creer a esa intuición que siempre le rondó
en sus pesadillas y que le susurraba: “¿Y después de esto qué?
¿Y si todo se fuera al carajo?” Pero no hizo caso de esa voz, más bien se embriagó de esa borrachera espesa
que atrapa a quienes beben del poder...

Quería convencerse de que lo suyo era la ciencia, y el poder total
que le daba aquel régimen, una tiranía que le abría las puertas
a experimentar lejos de las barreras de la ética.

En ese mundo podía ser como un dios desnudo,
"tomar" o liberar a quien él quisiera, experimentar o testear
los más letales químicos en quien él decidiera...
“Con dos gotitas yo elimino al hueón que me plazca”,
escupía estirando sus suspensores frente al general.

Así lo había hecho pocos años antes, aquella vez que internaron al ex presidente del partido de la Cristiana Democracia para tratarse una dolencia menor. Sí, el mismo partido que esperaba con brazos abiertos que Pinochet les cediera el poder.

Nuestro "héroe" o Hermes, que era la chapa que solía usar, recorrió los tres pisos de aquel hospital castrense y luego de una breve conversación con aquel ex mandatario aún cedado por la operación que se hizo, procedió a explicarle lo que causaría aquel compuesto en su organismo, al tiempo que se ponía guantes, una mascarilla y arrojaba sobre aquel cuerpo impotente unas gotitas de una toxina que provocó una lenta muerte a quien alguna vez gobernó ese país.

El error final del mandatario fue el de convertirse en acérrimo opositor de El Padrino de aquella máquina moledora. Como por una puerta que une el mundo de las pesadillas y la realidad, aquel reinado de sombras fue donando poco a poco el poder a los civiles (en un proceso ejemplar, decía la prensa), y con ello algunas ratas empezaron a abandonar el barco.

Evgene no sabía cómo ni cuándo, pero sí tenía claro que un día vendrían por él, sospechaba de cada palabra y orden que recibía de sus superiores.

Pensaba que aquella era una lucha psicológica para conocer hasta dónde llegaba su lealtad “en caso de”, él juró hasta el cansancio que no delataría a nadie, ni siquiera a su padrino...

Pero el sudor que empapaba su camisa comenzó a delatar su nerviosismo, primero frente a los esbirros que lo protegían y más tarde de cara al generalato, donde su boss, sabía que detrás de esa seguridad aparente de semidios, se escondía un hombre débil, pusilánime y que tampoco resistiría una sesión de interrogatorio de parte de la policía secreta. Entonces decidieron ocultarlo en un país lejano y lo más pequeño posible, donde fuera sería fácil controlar sus pasos y, al mismo tiempo, ubicarlo rápidamente si intentaba escapar, que fue precisamente lo que intentó Evgene aquella tarde de verano… Habló con Tomy Cassena, el perro de turno que lo celaba y le dijo que tanto encierro en aquel departamento lo tenía ahogado, que quería dar un paseo, que por favor lo llevara y que, de paso él le regalaría un poco más de ese polvillo blanco que tanto amaba Cassena. El perro accedió, confiado en que poco podía hacer aquel científico de modales finos que le tocaba vigilar. Fue entonces que se abrió la oportunidad que buscaba Evgene para huir...  Cuando estaban en un bar o chiringuito de esos de bordemar, agregó la tóxina botulínica en el vaso de Cassena, mientras su guardia miccionaba placenteramente en el baño la pócima surtió efecto y una espuma mezclada con sangre empezó a emanar de la garganta de Cassena, el científico se dio a la fuga y se entregó en la comisaría más cercana aullando con histeria: “me siguen, me tienen secuestrado, me van a matar, exijo declarar”. Los polis del lugar, acostumbrados al lento transitar de la vida no dieron mucho crédito a lo que pasaba y trataron de calmar al hombre, pero esto aumentó aún más su pánico. El reloj avanzó 10 minutos (en la cabeza de Evgene parecieron varios años) y de un automóvil sin patente salieron dos matones que mostraron una placa y una hoja recién impresa que señalaba que aquel “refugiado” estaba bajo su custodia… Nunca se supo exactamente quién firmaba aquel documento, lo que sí se pudo saber es que el hombre fue llevado hasta la playa, puesto de rodillas y que, justo antes de ser fulminado, escuchó un “esto le pasa a los traidores maricón culiao” y el ruido de un disparo que se llevó el viento… La elección de aquella playa distaba de ser casual, sus arenas en constante movimiento daban la certeza a los asesinos que aquel cuerpo nunca sería hallado, a lo que sumaron sepultarlo al borde de un extraño árbol, que de acuerdo a la creencia popular, se nutre de todo lo que está en el subsuelo, incluso hasta de un cuerpo. Pero eso resultó ser solo una creencia popular. Años después un cambio inusitado de la dirección del viento reveló la osamenta de Evgene abrazada por las raíces de aquel árbol, y es hasta ese sitio donde la Liche, como a él les gustaba llamar a su esposa Andrea
cruza hoy los brazos para desenredar la historia de horror de su marido.

miércoles, 11 de septiembre de 2019

Uno


Aquí la nada nadeando.